segunda-feira, 2 de junho de 2014

Poemas de Ilhan Berk.

Ilhan Berk / de MAR DE GALILEA

(1918-2008)(1918-2008)






OSCURIDAD DEL SÁBADO 


Caminaremos durante un milenio
Saldremos primero a una calle

Un genovés me traerá noticias tuyas
Te esperaré desnudo

Nos ven desde Santa Sofía
No hay nadie que no nos vea

La oscuridad del sábado
Mira fijamente la iglesia polaca

Hemos esperado durante un milenio
Por primera vez estamos juntos en un poema

Dejando sus prendas a la noche
Correrán con nuestras noticias al sultán Mehmet

No puedo decir espero verte de nuevo
Pues nunca más podríamos volver a vernos.






MURALLAS


Sois de estirpe real
Yo nada sé de imperios.
Un día nos daremos cuenta de que estamos en los bazares
En los bazares Constantino VI, la mano de San León, las sandalias de
           Cristo esa cara suya de no sé qué en los bazares
Delante de las casas el obelisco godo, los soles del Monasterio de
           Balikli delante de las casas
Estambul no había caído aún se freía muy buen pescado
No había modo de que Estambul cayera.

Retiramos de la circulación todas las monedas acuñadas con nuestro
           nombre no acuñamos monedas nunca más
No aceptamos ni los medallones de Beato Majano ni los de Paolo
           Bellini, los rechazamos todos
No necesitamos para nada las murallas nadie las necesita
Miren eso sí que es cierto nadie necesita una cosa así
Vuestros antepasados no se quedaron cortos a la hora de levantar
           murallas
No bastaba nuestra infelicidad.

Estambul no volverá a verme nunca más.






MENOS


Una mañana nos despertamos y encontramos todas las puertas
           cerradas todas las calles ocupadas
No me recobraré fácilmente
Creo que aquellas calles no irán a dar ya nunca más a ningún sitio
            sin ti
Sin ti una ventana no abrirá al mar no intentará detenerse delante de
          tu casa fácilmente
A la lluvia no se le ocurrirá llover así por que sí
Si te fueras adónde podrías ir aún no lo sé
Estar en Bizancio acaso esté bien acaso esté mal acaso no puedo ni
           decir esto
A mi no me gustan las calles sin tiendecitas ni cafés tampoco me
           gustan las habitaciones ni las paredes
No me gustan ni pizca los reyes
Supongamos que lo que dijiste resultara cierto, demos por sentado que
           la primera vez que saliste saliste de nuestras calles por primera
           vez
Nada de parrillas, nadie fríe pescado
Estás en una calle
No hay lechugas verdes membrillos ese calor de la pobreza, no hay
           eso que digo
Un montón de cosas no van bien con el ser humano no se irán en un
           día
Digamos que estás en un momento así
Que Constantino VI te ha cedido todas las aguas
Esto no es cambiar el universo
No lo es.






ILHAN BERK RELATA LOS SUEÑOS DE LA TORRE DE GÁLATA


           Soy una torre en Estambul. Prendí fuego a Estambul una mañana. Primero quemé la calle, dónde vivía ella. Aun se hallan entre mis recuerdos un niño, una mujer medio desnuda, un atardecer, aun se rezagan en mi memoria. Quemé los pájaros y los árboles. Sabemos que los pájaros y los árboles son incombustibles ¿verdad? Pues los quemé. Vi su boca que no se podría cambiar por todo el oro del mundo. Su boca me recordaba sin cesar ríos, tiendas, soles, trenes, caminos, bazares. Sus brazos prendieron fuego a los ardientes ríos toda la noche, toda la noche como si no estuviéramos en el mundo.

Quizá estábamos en esas mañanas no tocadas aún por la mano de Ivi
Eso era lo que decía yo.

           Plantemos las flores dije
           ¡Basta ya! Que no siga doblado el mar

           Desdoblé el mar.

(Me llevé a los hijos del sultán Ahmet II a ver el cielo de Leyla Hanim, la poetisa)






EL CIELO DE LEYLA HANIM, LA POETISA


Las manos del sultán Selim III equivalen al cielo de Leyla Hanim,
          la poetisa.
Sólo Selim III comprendió el cielo de Leyla Hanim, la poetisa
El mismo lo demostró a los hijos de Ahmet I.
Las manos de Selim III rozaron el sol tocaron las mujeres, recogieron
          las flores
En los poemas que escribía sólo pensaba en Leyla Hanim.

Estrangulé a Selim III.






AMORES SIEMPRE AMORES


Una noche olvidé mis manos y mis brazos en la Avenida de Istiklal. Una noche yo no estaba, aquella noche no estaba la luna veneciana, aquella noche nadie estaba, vi.
Vi que mi amada dormía, el hombre dormía, el niño en el que me desperté una noche dormía con la boca entreabierta, los sábados dormían.

          Maté al hombre.

Cogí la soledad de Ahmet II
Ocupé mi sitio.






PRIMERO EL CIELO SE FUE SIN MÁS


Primero el cielo se fue sin más
Delante del cielo el pasaje de Hiristaki, la Oficina Americana de
           Noticias, la taberna de Lambodis de Saint-Antoine delante
           del cielo
Luego los palacios en los que nunca pensamos, Ciragan, Yildiz,
           las tazas de café de Teodora, los soles, las calles
En el mirador del jardín nos sentamos una tarde, los campos que
           Selim III miraba fijamente cada mañana y decía
           qué hermosos delante del cielo
Ese cielo es el de Ilhan Berk ese que baja a los bazares, las casas en
           cada poema, ese que borda fina y primorosamente y luego
           deja en las manos de los presos
Ese que pone delante del niño nacido una mañana y a la madre del
           niño pregunta qué es
Ese que mirábamos por un céntimo, por ningún céntimo, ese que nos
           gusta más en los ojos de las mujeres y los niños
Ese que Berrin Tasan decía que había visto en Buenos Días Tierra y
           para mirarlo bajaba de los ferries de los trenes
Ese que cuando no hay nadie en casa se queda dormido,
           ese que se desnuda se lo quita todo y se excita los pezones
Ese que es tan grande que ocuparía cien páginas mil páginas ese que
          cogemos por las mañanas antes de salir y con el que volvemos
          por las noches
Ese que es tan bello que puede matar que se parece a las amapolas
          blancas, a las chicas, a los niños
Ese que se destapa
Como una sabana
Que es inmaculado
Que es asesino
Es este cielo
Se levantó por encima de la torre de Gálata
Se fue al mar.






BALADA DE LOS TIEMPOS PASADOS Y DE LA SOLEDAD DEL CUBO REZAGADO


Ahora mismo se me ha olvidado todo, este cielo en fuga, este mar,
           decía el cubo.
Se me han olvidado los incendios que fechó Vasif el poeta.
Ahora no sé cómo se las arregla Padre Allah sin aburrirse los viernes
Yo me aburro como una ostra los viernes hacia la una y media.
Yo soy los hijos de Ahmet I, el cielo de Leyla Hanim la poetisa, los
           pechos de Serefnaz Hanim, no me dejéis.
Vi la muerte de Ciplak Ahmet pero no me lo creí
Vi que estrangulaban el cielo pero no me lo creí
¿Acaso sólo yo sé que Padre Allah se aburre y baja a algunas casas,
           a algunas calles?

Recai Bey se casa esta noche no os vayáis no me dejéis.






LA LUZ DE IVI


Ivi oyó todo lo que se decía
Vio la torre ensangrentada, la torre dolorida, la torre ofendida
La torre en su vida, la torre en toda su vida mil veces sin Allah sin
          cielo sin ventana
La torre cinco mil veces sin las callejuelas, sin tiendas, sin casas, sin
          ciruelas amarillas, sin vivacidad
Había sido la torre.
Ivi sabía esto.
Ivi conocía los hombres
Habían bajado al mar, habían hablado con los peces, algas,
          mejillones, qué no les habían dicho a los peces, algas,
          mejillones.

Ivi pensó en todos los dibujos que había hecho
Pensó en los dibujos en los que había convertido los negros en blancos
Por más que ella sola trajera y pusiera en su sitio a un negro y a un
          blanco
Era inútil.
Vio que la soledad
La pusiera donde la pusiera, la agarrara donde la agarrara, la llevara
          donde la llevara
Aunque la sacara a la calle, la colocara en una ventana, se la llevara
          al mar
No era para el ser humano
Ivi comprendió a la torre
Cogió el mar se lo llevó a sus pies.
La torre echó una mirada al mar
Dos miradas
Tres miradas
Se tiro dentro.

Ivi cogió a los hombres
Los lanzó a vivir a trabajar.

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